Neo Carmona
Si bien es cierto que en todo proceso electoral la Universidad
Autónoma de Santo Domingo (UASD) se juega su futuro y permanencia como el
principal patrimonio cultural, social y democrático de la República Dominicana;
legado más auténtico de la Guerra Patria de Abril del 1965 y el Glorioso
Movimiento Renovador del 1966; no menos cierto resulta ser que jamás en la
historia democrática de la Universidad Primada de América, de la escogencia de
quienes han de dirigir sus destinos dependería totalmente la existencia misma
de la academia, tal como la conocemos hoy: abierta, plural, participativa, al
servicio de la sociedad pero, sobre todo, crítica y autónoma.
Como puede advertirse, no estamos hablando de cualquier
cosa. De ahí la importancia vital de las elecciones del 15 de junio próximo, en
las que, más que dos candidatos por la rectoría de la academia, se enfrentan
dos modelos diametralmente opuestos de cómo debe manejarse y funcionar la
universidad, tanto en su responsabilidad social, su rol como institución de
educación superior de excelencia, como en su compromiso con el país en función
de formar los recursos humanos y técnicos cualificados en todas las áreas del
saber que este necesita para su desarrollo sostenible, así también para dar
soluciones definitivas a las problemáticas nacionales.
Es evidente, que la UASD no puede cumplir con su misión
educativa a partir de permitir que un grupo mercantil, sin vocación ni visión
académicas, sin experiencia gerencial salvo que no sea para su propio beneficio
y que, además, está apandillado, por un lado, con los enemigos históricos
de la autonomía universitaria, de la educación superior gratuita; quienes
siempre han querido repartirse el presupuesto de la institución. Pero, por el
otro, con los principales representantes de los intereses más oscuros de la
partidocracia rancia tradicional, que busca controlar todos los estamentos de
la vida pública nacional para perpetuarse en el poder y lograr impunidad. Una
historia que ya conocemos y no permitiremos se reedite desde una universidad
que, como la nuestra, siempre ha sido cuna de las luchas por las libertades
sociales y democráticas del pueblo dominicano trabajador, al que nos
debemos.
La injerencia grosera de esos sectores en los procesos
internos de la academia debe ser desde ya condenada por toda la familia universitaria
y la sociedad civil organizada. Pero también, derrotada en las urnas toda vez
que no le vamos a dejar que se salgan con las suyas y que nos usen como monedas
de corso para el pago de sus contubernios politiqueros en detrimento de la
institución que ha hecho los más grandes y mejores aportes al país.
Innegablemente, nada mejor que el desempeño en la función
pública, aulas incluidas, naturalmente, como su correcto accionar en la
práctica profesional privada, para medir la idoneidad del doctor Jorge Asjana
David para ser sin dudas el próximo rector de nuestra Universidad Autónoma de
Santo Domingo, garantizándola así para las presentes y futuras
generaciones como una universidad de excelencia académica, calidad, compromiso
social, internacionalizada, pertinente, transparente e institucionalizada. Más
de 40 años al servicio de los mejores intereses de la UASD, y un conjunto de
hombres y mujeres que comparten con él esa visión correcta, lo respaldan.
El autor es servidor universitario