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"El corazón del árbol sabe hacia donde tiene que crecer".
Ninja Assassin (2009)


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jueves, 11 de julio de 2019

Dos poemas dedicados a Luis Reynaldo Pérez


Luis Reynaldo Pérez














De regreso a casa

                         
Cuando llega la hora 
de regresar a casa
buscas el camino 

más largo 
y vas tomando 
de cada esquina 
una nueva excusa 
para detenerte:
una cerveza,
una botella de ron,
el humo de un cigarro,
una charla interminable 
sobre ese autor 
que tiene un poema
del que sabes que
huyes
porque te recuerda 
a ese enero al que
quisieras regresar.
Pero como todo se
acaba,
también los caminos 
largos 
y sus excusas 
y sus cervezas 
y sus botellas de ron
y sus charlas interminables 
sobre ese autor 
que tiene un poema 
del que sabes que 
huyes, 
porque te recuerda 
a ese enero al que
quisieras regresar.
Y también se extingue 
el humo de cada cigarro,
terminas llegando a casa
donde te recibe 
toda la soledad 
que el perro 
no se ha podido                        
comer 
para demostrarte 
que puede ser
más leal 
que nosotros los
                      humanos.





****


  
Llegar a casa 

                                                            
Llegué a casa,
¿de verdad esto es llegar?
¿es llegar a casa?
¿a casa?
¿llegar?
El sabor a abandono 
es inevitable 
y se incrusta en
mi piel árida 
como un tatuaje.
El sucio que
se acumula 
sobre los trastos
pronto terminará 
por comerme, 
si antes tan honda soledad 
no me deja colgado 
frente al espejo
que me persigue.
En la nevera 
ya no queda una botella.
Me he atragantado
todo el alcohol 
mientras 
grito desesperadamente 
su nombre.
Pero no puede
escucharme.
Estoy perdido
buscando todos
los eneros enterrados 
en un solo adiós.
¿Cuándo volveré 
a llegar a casa?
¡Llegar a casa!
¡A casa!
¡Llegar!
¡Cuando!
y que no 
me ahoguen 
los gritos ausentes
del orgasmo.
Las paredes 
me observan 
con rencor,
llenas de telaraña
y frío 
y me reclaman,
me acusan;
se ponen de acuerdo 
para aplastarme
y exprimir 
cada uno de 
mis sentimientos 
de culpa 
y de los recuerdos 
de esos eneros 
que ya no regresan.
El insomnio 
es el cacique
que reclamó 
esta cama 
llena de semen,
sudor y lágrimas.
A esta hora 
mi única compañía 
es el miedo 
al amanecer 
cuando tendré 
que salir
de esta cama,
de esta habitación,
de esta casa solitaria, 
para inevitablemente 
tener que regresar 
a cualquier hora 
y repetir la historia.
No tengo a donde huir.
Ya no me queda ninguna 
excusa donde esconderme.
¿Cuándo volveré 
a llegar a casa?
¡Llegar a casa!
¡A casa!
¡Llegar!

[cuándo]


Neo Carmona