“La posverdad no es más que el reino de la mentira”.
Albert Medrán
(Director de comunicación de Change.org en España)
Neo Carmona
Por su parte, la revista The Economist describe el concepto de posverdad como una confianza en afirmaciones que se “sienten verdad” pero no se apoyan en la realidad.
Al margen de quienes defienden la posverdad como un término novedoso para interpretar realidades que a todas luces desafían la lógica elemental y la verdad que avalan los hechos y los datos comprobados, me circunscribo entre quienes sabemos que se trata de un simple eufemismo para disfrazar mentiras, difundidas con plena conciencia de que lo son y con el fin de confundir, engañar y conquistar adeptos a causas que, inclusive, tomando en cuenta que tengan que recurrir a estas artimañas, debemos obligatoriamente dudar de sus bondades.
Aterrizado a la política universitaria, estamos hablando de un proyecto político, sin discurso ni propuestas serias, reales y creíbles. Y, por demás, sin vocación académica, como si nuestra UASD no fuera el patrimonio cultural y educativo más importante del país, el cual estamos en la obligación de preservar para que siga cumpliendo su misión en favor de las presentes y futuras generaciones.
De ahí a que recurren a las mentiras más evidentes y que invierten cuantiosos recursos en difundirlas en medios de comunicación masiva y redes de interacción de docentes y empleados, a fin de posicionar en el imaginario popular y académico una aceptación imposible, dada la naturaleza del proyecto en cuestión, el perfil de sus protagonistas y los intereses que representan.
En la UASD, las fake news (noticias falsas), alternative facts (hechos alternativos), término que hizo famosa a Killyanne Conway, consejera del ex presidente de los Estados Unidos Donald Trump, y precisamente por defender una mentira. Ni la post-truth (posverdad) tienen cabida en nuestra institución.
Porque aunque ellos crean que no, la Universidad Primada de América es una academia, compuesta por pensadores y pensadoras, intelectuales del más alto nivel, creadores y creadoras de conocimientos, formadores y formadoras de los profesionales y las profesionales que garantizan el desarrollo del país.
La UASD no es un ayuntamiento. Y la rectoría, su máxima representación ejecutiva, no es un premio de consolación que deba otorgarse por el simple hecho de acumular muchos años dentro del campus universitario.
El autor es servidor universitario
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