La puerta no tiene el cerrojo.
En el salón todos los libros están amontonados.
La respiración duele en la oscuridad de las noches sin
fin.
Camino a tientas por los recuerdos de un día, un hogar
y muchas ilusiones a pesar del presagio.
Luego vino la última tormenta.
Y nosotros ahí, en algún rincón de la cama infinita
esperando al fin que nos acabe.
No fue así como un día lo soñamos.
Pero ya no importa:
La puerta está abierta
y otro futuro habrá
[¡quién lo diría!]
tal vez al doblar a la izquierda.
Neo Carmona
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