Neo Carmona
Un atentado es todo acto que tiene dos principales objetivos: Alterar el orden establecido y producir daños al estado, la autoridad, personas y cosas. Algo que caracteriza a los atentados es que en el proceso no escatiman esfuerzos ni reparos para conseguir sus propósitos. Por eso, los más afectados en los atentados son personas que nada tiene que ver con los conflictos que los originan o reivindicaciones que se buscan. En otras palabras, los atentados buscan alterar el orden por medio del caos y el daño a inocentes. Así como existen atentados terroristas también hay otros tipos de atentados, como los atentados morales, que buscan dañar imágenes y reputaciones con tal de lograr provechos personales e institucionales a costa de la desgracia ajena. Nunca imaginé que también podría haber atentados académicos, como el que denunciamos en este artículo y que, de paso, no sólo tiene como objeto de daño a estudiantes inocentes, sino que su principal víctima es la misma UASD.
En el mes de octubre del pasado año 2015, el movimiento Consenso
Universitario hizo una temeraria e irresponsable denuncia que cuestionaba de
forma descabellada e injustificada la calidad de la Universidad Autónoma de
Santo Domingo (UASD) para, de acuerdo a su naturaleza
educativa y sus facultades legales, emitir los títulos de cuarto nivel
correspondientes a la Maestría en
Terapia Familiar que imparte a través de su Instituto de Sexualidad Humana
en varios estados y ciudades de los Estados Unidos de Norte América. Esto
dentro del marco de un acuerdo interinstitucional con uno de los mayores
prestadores de servicios de salud mental en dicho país, el Northeast/Lehigh
Valley & Carolina Community Mental Health Centers, Inc., y el Bergen
Community College de New Jersey, que es una de las universidades con
más estudiantes a nivel nacional.
De esta forma, dicho movimiento vincula de manera perversa a nuestra Universidad Primada de América como
parte de una mafia para certificar los estudios de posgrado supuestamente
impartidos por una clínica y en cuyo proceso de formación la institución
académica no tenía participación alguna.
Además, de acuerdo a la denuncia de marras, las autoridades
universitarias, específicamente el señor rector, doctor Iván Grullón
Fernández, y el secretario general, doctor Héctor Luis Martínez,
se prestaron para manipular la agenda de una sesión del Honorable Consejo
Universitario que tuvo a bien conocer y decidir sobre la problemática que
generó el retraso para la realización de acto de investidura a los maestrantes que
habían aprobado el programa de estudios.
En aquella ocasión, producto de una exhaustiva investigación que
realizamos, en la que, entre otras cosas, entrevistamos a todos los ex rectores
y diferentes personalidades que tuvieron participación e incidencia en el
desarrollo de las diferentes etapas de este programa y que publicamos en
diferentes medios nacionales e internacionales, escribimos un extenso artículo
titulado “La verdad sobre los programas de Maestrías en
Terapia Familiar de nuestra UASD y el convenio para tales fines suscrito entre
la Universidad Primada de América y Northeast/Lehigh Valley & Carolina
Community Mental Healh Centers, Inc.”, que no solo demostró con evidencias hasta ahora irrefutables la falsedad
de la malsana acusación sino que, además, desnudó el contubernio politiquero
entre miembros del consejo universitario y funcionarios de la universidad
estatal para, en aras de tratar de beneficiarse políticamente en sus diferentes
proyectos políticos, destruir uno de los programas de extensión más importantes
y de mayor impacto social en favor de la comunidad dominicana en los Estados
Unidos, mismo, que ya cuenta con más de 300 egresados que gracias a esta
maestría, ofrecida en español y a un costo mucho menor al que ofertan las
costosas universidades estadounidenses, pudieron acceder a mejores puestos de
trabajo ofreciendo un importante servicio al estado y la comunidad hispana como
terapeutas.
Muchos de estos egresados, siendo profesionales, y antes de cursar su
maestría, tenían trabajos y salarios paupérrimos y gracias a este excelente
programa hoy prestan un servicio como terapeutas constituyéndose en verdaderos
ejemplos de superación personal y académica.
En nuestro escrito, también llamamos la atención de las autoridades
universitarias sobre la importancia de asumir una posición institucional
pública que despejara todas las dudas que pudiesen haber sido arrojadas sobre
los programas de maestrías y la autenticidad de sus respectivos títulos, dada
toda una campaña de desinformación y descredito en contra de la diafanidad del
proceso.
Hoy, sin sorpresa pero altamente preocupados, descubrimos que la
perversidad de estos nefastos politiqueros no conoce límites y que en su afán
desmido de ascender en la conquista del poder universitario y hacer daño a
verdaderos universitarios cuya estatura moral jamás podrán alcanzar, están más
que dispuestos a destruir la integridad y el prestigio de la más vieja universidad
del nuevo mundo.
Resulta injustificable que funcionarios del más alto nivel de la
administración en la institución sean precisamente los que estén, sin ningún
fundamento, atendiendo exclusivamente a sus intereses personales, haciendo
lobby en instituciones de los Estados Unidos y afirmando que los títulos
emitidos por la UASD para certificar sus maestrías son ilegales.
Esto a pesar de estar firmados por las autoridades competentes, es decir
el señor rector, doctor Iván Grullón Fernández, y el decano de la
Facultad de Ciencias de la Salud, doctor Wilson Mejía, luego de que
los expedientes fueron auditados y aprobados por la Unidad de Posgrado de la
Facultad de la Escuela de Medicina, La Unidad de Posgrado de la Facultad de
Ciencias de la Salud, la Dirección General de Posgrado de la UASD, el Registro
Universitario, y bajo la supervisión de la Vicerrectoría de Investigación y
Posgrado de la academia.
Pese la evidente pulcritud con que se ha realizado este proceso, el
cabildeo siniestro de este grupo de irresponsables ha ejercido presión en
el World Education Services, organismo encargado de la
acreditación de los estudios realizados fuera de los Estados Unidos, y con
sus falacias ha sembrado la duda en cuanto a la legalidad de los procesos
académicos de la UASD. De esta forma, la WES se niega a reconocer, sin
explicación alguna, los documentos sometidos por la UASD y que por haber estado
sujetos a todas las disposiciones legales y de acuerdo a los procesos
académicos necesarios, siempre habían sido certificados, sin ningún tipo de
problemas, por dicha entidad.
Es ese cabildeo, que asociado a grupos de poder intentan desplazar a la
comunidad dominicana y latina, principalmente en Pensilvania, que gracias a
trabajo y dedicación han logrado establecerse y superarse hasta constituirse en
el grupo de más progreso y que mayor contribuye a la movilidad social de sus
pares.
Este mediocre atentado académico nos lleva a reflexionar, formulándonos
las siguientes interrogantes que compartimos con ustedes:
¿Por qué el World Education Services (WES) ahora tiene problemas en
certificar documentación que antes certificaba sin ningún tipo de problemas?
¿Negará este grupo malévolo su influencia para infligir este daño moral
e institucional a inocentes estudiantes y a la propia UASD?
¿Por qué se permite, lo que sin duda podemos calificar de asociación de
malhechores, que atenta contra la integridad, el prestigio y la imagen nacional
e internacional de la UASD?
¿Por qué estos funcionarios no han sido llamados a juicios
disciplinarios, sometidos a los organismos competentes, destituidos de sus
puestos de dirección ya que evidentemente responden a intereses ajenos al
bienestar de la institución?
¿Por qué siguen las relaciones internacionales de la UASD en manos de
funcionarios cuyo accionar, precisamente en el extranjero, es altamente
cuestionado en perjuicio de la academia y en beneficio propio?
¿Cómo se justifican estas acciones que ponen en entredicho la calidad de
la UASD para certificar sus propios programas de estudios sin que las
autoridades universitarias apliquen las sanciones de lugar y salgan en legítima
defensa de su propia legalidad?
¿Qué pasará cuando la UASD sea reclamada por los estudiantes que pagaron
y cursaron una maestría, bajo la promesa de que luego podrían ejercer como
profesionales en Estados Unidos y que al final no puedan hacerlo porque sus
estudios no sean acreditados como antes lo habían sido sin ningún problema?
¿Qué tiene que ver la UASD y sus programas con las disyuntivas legales
que tenga una institución determinada con las autoridades a las cuales se debe?
¿No es acaso una responsabilidad de la UASD llegar a cada rincón del
mundo donde estén los dominicanos y ofrecerle sus recursos humanos y académicos
para ayudarlos a seguir siendo cada día más y mejores ciudadanos al servicio de
su país?
Siendo así, ¿Por qué estos grupos e individuos sin escrúpulos tratan de
utilizar a nuestra UASD en contra de la comunidad dominicana a la que debe
apoyar?
Es preciso que respondamos estas importantes interrogantes y que
actuemos en consecuencia antes que sea demasiado tarde.
El autor es estudiante y servidor universitario
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