Al final parece como si uno hubiese perdido el tiempo. Y no es así en tanto uno haya hecho lo que le corresponde para que las cosas y personas que nos rodean sean mejores. Uno lucha por lo que cree, por quienes ama. Y no es que nos hayamos olvidado de nosotros mismos. Es que, sencillamente, hemos sido nosotros mismos. Y nadie tiene que agradecernos esa autenticidad y fidelidad con nuestra propia naturaleza.
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